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Érase una vez un hombre llamado Ebenezer Scrooge, era un hombre rico, pero muy avaro y egoísta. No le gustaba la Navidad ni celebrar nada. Solo le importaba el dinero y su negocio. Un día, en la víspera de Navidad, recibió la visita de su sobrino Fred, que le invitó a pasar la nochebuena con él y su familia. Scrooge se negó y le dijo que la Navidad era una tontería.
También recibió la visita de dos hombres que le pidieron una donación para los pobres. Scrooge les dijo que no tenía nada que darles y que los pobres deberían ir al hospicio o a la cárcel. Les dijo que prefería que se murieran y así disminuirían la población.
Scrooge trató mal a su empleado Bob Cratchit, que tenía una familia numerosa y un hijo enfermo llamado Tiny Tim. Le pagaba muy poco y le hacía trabajar mucho. No le dejó poner más carbón en la estufa y le dijo que al día siguiente tendría que ir a trabajar, aunque fuera Navidad.
Scrooge se fue a su casa, que era fría y oscura. Cuando llegó, se asustó al ver la cara de su antiguo socio Jacob Marley en el picaporte de la puerta. Marley había muerto hacía siete años y era tan avaro como Scrooge. Scrooge entró en su casa y se preparó para dormir.
De repente, oyó unas cadenas que se arrastraban por las escaleras. Era el fantasma de Marley, que venía a visitarle. Marley le dijo que estaba condenado a vagar por el mundo cargando unas pesadas cadenas que representaban sus malas acciones. Le dijo que Scrooge tenía una cadena más larga y pesada que la suya y que aún podía salvarse. Le dijo que esa noche recibiría la visita de tres espíritus: el Espíritu de las Navidades Pasadas, el Espíritu de las Navidades Presentes y el Espíritu de las Navidades Futuras. Le dijo que debía escucharlos y aprender de ellos. Después, Marley desapareció.
Scrooge se quedó muy impresionado y se acostó en su cama. A la una de la madrugada, sonó el reloj y apareció el primer espíritu. Era un ser luminoso, con una túnica blanca y una rama de acebo en la mano. Le dijo que era el Espíritu de las Navidades Pasadas y que le iba a mostrar escenas de su infancia y juventud.
El espíritu llevó a Scrooge a su antigua escuela, donde vio a su yo más joven, solo y triste, leyendo un libro. Recordó que sus compañeros se habían ido a sus casas por Navidad y que él se había quedado solo. Luego, vio a su hermana Fan, que había venido a buscarle para llevarle a casa con su padre, que se había vuelto más amable. Scrooge se emocionó al ver a su hermana, que había muerto joven.
Después, el espíritu le mostró a Scrooge cuando era aprendiz de un comerciante llamado Fezziwig. Vio cómo Fezziwig celebraba la Navidad con sus empleados y sus familias, con música, baile y comida. Scrooge recordó lo feliz que había sido y lo bueno que había sido Fezziwig con él.
Luego, el espíritu le mostró a Scrooge cuando era un joven enamorado de una mujer llamada Belle. Vio cómo Belle le dejaba porque Scrooge se había vuelto más ambicioso y codicioso y solo pensaba en el dinero. Vio cómo Belle se casaba con otro hombre y tenía una familia feliz. Scrooge se arrepintió de haber perdido a Belle y le pidió al espíritu que le dejara en paz. El espíritu le dijo que él mismo se había condenado y desapareció.
A las dos de la madrugada, sonó el reloj y apareció el segundo espíritu. Era un gigante alegre, con una túnica verde y una corona de acebo. Llevaba un cuerno de la abundancia del que salían alimentos y regalos. Le dijo que era el Espíritu de las Navidades Presentes y que le iba a mostrar cómo celebraban la Navidad otras personas.
El espíritu llevó a Scrooge a la casa de su sobrino Fred, donde vio cómo se divertían con juegos y bromas. Fred defendió a Scrooge ante los demás y dijo que le tenía lástima. Scrooge se sintió avergonzado y deseó estar con ellos.
Después, el espíritu le mostró la casa de Bob Cratchit, donde vio cómo celebraban la Navidad con poca comida pero mucha alegría. Vio a Tiny Tim, que era cojo y débil, pero muy bondadoso y optimista. Tiny Tim dijo que quería que Dios bendijera a todos, incluso a Scrooge. Scrooge se compadeció de Tiny Tim y le preguntó al espíritu si iba a vivir. El espíritu le dijo que si las cosas no cambiaban, el niño moriría. Le recordó las palabras que Scrooge había dicho sobre los pobres y le dijo que si quería que se murieran, que lo hicieran y así disminuirían la población.
Luego, el espíritu le mostró a Scrooge otras escenas de personas que celebraban la Navidad en diferentes lugares y circunstancias. Le mostró a unos mineros, a unos marineros, a unos presos y a unos niños pobres. Todos ellos tenían algo en común: el espíritu de la Navidad, que les llenaba de esperanza y amor. El espíritu le dijo a Scrooge que la Navidad era un buen momento para ser generoso y bondadoso con los demás. Después, el espíritu se desvaneció.
A las tres de la madrugada, sonó el reloj y apareció el tercer espíritu. Era una figura sombría, vestida con una capa negra que le cubría todo el cuerpo. No se le veía la cara ni la mano. Solo se le veía un dedo que señalaba. No hablaba. Le dijo que era el Espíritu de las Navidades Futuras y que le iba a mostrar lo que pasaría si no cambiaba.
El espíritu llevó a Scrooge a la ciudad, donde vio a unas personas que hablaban de la muerte de un hombre rico y avaro. Nadie le lloraba ni le echaba de menos. Al contrario, se burlaban de él y se repartían sus cosas. Scrooge no sabía que se trataba de él mismo.
Después, el espíritu le mostró la casa de Bob Cratchit, donde vio que Tiny Tim había muerto. La familia estaba muy triste y lloraba al niño. Bob dijo que había ido al cementerio y que había visto el sitio donde iban a enterrar a Scrooge. Dijo que nadie le acompañaría ni le pondría flores.
Luego, el espíritu le llevó al cementerio, donde le mostró una tumba abandonada y sucia. En la lápida ponía el nombre de Scrooge. El hombre se horrorizó al ver su destino y le rogó al espíritu que le diera una oportunidad de cambiar. Le dijo que no quería morir solo y odiado. Le dijo que quería honrar la Navidad en su corazón y ser bueno con los demás. Le dijo que haría todo lo que los espíritus le habían enseñado. Entonces, el espíritu desapareció.
Scrooge se despertó en su cama y se dio cuenta de que todo había sido un sueño. Miró por la ventana y vio que era Navidad. Se sintió muy feliz y agradecido. Se vistió y salió a la calle. Se encontró con uno de los hombres que le habían pedido una donación y le dio una gran suma de dinero. También le compró un enorme pavo a un niño y se lo mandó a la casa de Bob Cratchit. Luego, fue a la casa de su sobrino Fred y le pidió perdón. Fred le recibió con los brazos abiertos y le invitó a cenar con su familia.
Scrooge se convirtió en un hombre nuevo, lleno de bondad y generosidad. Se reconcilió con su sobrino Fred y lo invitó a cenar con él. Le dio un aumento de sueldo a Bob Cratchit y le prometió ayudar a su familia. Se hizo amigo de Tiny Tim y le pagó un tratamiento médico que le salvó la vida. Desde entonces, Scrooge celebró la Navidad con alegría y amor, y se ganó el respeto y la admiración de todos. Nunca más volvió a ser avaro ni egoísta, y siempre recordó la lección que le habían enseñado los espíritus. Como dijo Tiny Tim: ¡Que Dios nos bendiga a todos!
Fin del cuento de Navidad de Charles Dickens
- La Navidad es una época para compartir, perdonar y ser agradecidos. No importa cuánto dinero o posesiones tengamos, lo que realmente nos hace felices es el amor y la amistad de los que nos rodean.
- Nunca es tarde para cambiar y mejorar. Todos tenemos defectos y cometemos errores, pero también podemos aprender de ellos y corregirlos. Si somos conscientes de nuestras faltas y nos arrepentimos sinceramente, podemos encontrar la paz y la redención.
- Debemos ser solidarios y compasivos con los que sufren y necesitan ayuda. No podemos ser indiferentes ante el dolor y la injusticia que hay en el mundo. Debemos hacer lo posible por aliviar el sufrimiento de los demás y contribuir a crear una sociedad más justa y humana.
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