El árbol de Navidad cuento para niños: Papá Noel llevando al abeto al Polo Norte

El árbol de Navidad cuento para niños


Tiempo de lectura: 9 minutos

Adaptación del cuento El Árbol de Navidad de Christian Andersen

Érase una vez, en un frondoso bosque, un abeto que crecía junto a otros árboles. Era el más pequeño y el más joven de todos, pero también el más orgulloso y el más impaciente. No le gustaba estar quieto en el mismo lugar, ni ver siempre las mismas cosas. Quería conocer el mundo y vivir aventuras. Por eso, siempre estaba preguntando a los otros árboles y a los animales que pasaban por allí.

El árbol de Navidad cuento para niños: Abeto creciento en el bosque rodeado de otros árboles
  • ¿Qué hay más allá del bosque? – preguntaba el abeto a los pájaros que volaban sobre su cabeza.
  • Hay campos, ríos, lagos, montañas, ciudades, pueblos… Hay muchas cosas que ver y que hacer – le respondían los pájaros.
  • ¿Y cómo es la vida fuera del bosque? – preguntaba el abeto a las ardillas que saltaban de rama en rama.
  • Es muy divertida y variada. Hay gente, animales, plantas, objetos… Hay muchas cosas que aprender y que disfrutar – le respondían las ardillas.
  • ¿Y cuándo podré salir del bosque? – preguntaba el abeto a los otros árboles, que eran más grandes y más viejos que él.
  • Cuando seas lo suficientemente alto y fuerte. Cuando llegue tu momento. Cuando sea Navidad – le respondían los otros árboles.

El abeto no entendía qué era la Navidad, ni por qué tenía que esperar tanto para salir del bosque. Él quería irse ya, y no perderse nada de lo que había fuera. Así que seguía creciendo y creciendo, esperando que llegara el día en que alguien viniera a buscarlo.

Un día, llegó el invierno, y el bosque se cubrió de nieve. El abeto sintió frío, pero también emoción. Había oído que la Navidad era en invierno, y que era una época muy especial. Pensó que quizás ese año sería el elegido para salir del bosque y convertirse en un árbol de Navidad. Se puso muy contento y se adornó con copos de nieve y piñas. Quería estar lo más bonito posible para cuando vinieran a por él.

El árbol de Navidad cuento para niños: Abeto cuando llega el invierno rodeado de nieve

Y así fue. Unos días antes de Navidad, llegaron al bosque unos hombres con hachas y sierras. Venían a cortar los árboles más altos y más hermosos para llevarlos a la ciudad. El abeto los vio con alegría y expectación. Esperaba que se fijaran en él y lo escogieran. Y así fue. Uno de los hombres se acercó al abeto y dijo:

  • Este es el que buscamos. Es el más joven y el más verde de todos. Será un perfecto árbol de Navidad.

Y sin más, le dio un hachazo en el tronco y lo tumbó al suelo. El abeto sintió un dolor agudo, pero también una gran ilusión. Por fin iba a salir del bosque y a conocer el mundo. Por fin iba a ser un árbol de Navidad.

Los hombres ataron al abeto con una cuerda y lo arrastraron por la nieve hasta un carro. Allí lo colocaron junto a otros árboles que habían cortado. El abeto los miró con curiosidad y les preguntó:

  • ¿A dónde vamos? ¿Qué vamos a hacer?
  • Vamos a la ciudad. Vamos a ser árboles de Navidad – le respondieron los otros árboles.
  • ¿Y qué es ser un árbol de Navidad? – preguntó el abeto.
  • Es lo mejor que le puede pasar a un árbol. Es ser adornado con luces, bolas, estrellas y regalos. Es ser admirado y querido por las personas. Es ser el centro de la fiesta – le respondieron los otros árboles.

El abeto se quedó maravillado con lo que le contaron. No podía creer que fuera a vivir algo tan increíble. Se sintió muy afortunado y muy feliz. No le importaba haber dejado el bosque, ni haber perdido sus raíces. Solo quería llegar a la ciudad y ser un árbol de Navidad.

El viaje fue largo y cansado, pero el abeto no se aburrió ni se quejó. Estaba muy atento a todo lo que veía por el camino: las casas, los coches, los carteles, las tiendas… Todo le parecía nuevo y fascinante. Le gustaba ver cómo la gente se movía de un lado a otro, cómo se saludaban, cómo se reían. Le gustaba ver cómo se preparaban para la Navidad, cómo compraban regalos, cómo decoraban sus hogares. Le gustaba ver cómo se acercaban al carro y miraban los árboles, cómo elegían uno y se lo llevaban. Esperaba que pronto le tocara a él.

Y así fue. Al llegar a la ciudad, el carro se detuvo en una plaza, donde había un gran mercado de Navidad. Allí, los hombres vendían los árboles a las personas que querían comprarlos. El abeto los vio con impaciencia y nerviosismo. Esperaba que alguien se fijara en él y lo escogiera. Y así fue. Una familia se acercó al carro y dijo:

  • Queremos ese árbol. Es el más joven y el más verde de todos. Será un perfecto árbol de Navidad.

Y sin más, le pagaron al hombre y se llevaron al abeto. El abeto sintió una emoción indescriptible, pero también una cierta tristeza. Se despidió de los otros árboles, que le desearon suerte y felicidad. Se preguntó qué sería de ellos, si también encontrarían una familia que los quisiera. Pero pronto se olvidó de ellos, y se centró en su nueva vida. Por fin iba a ser un árbol de Navidad.

La familia llevó al abeto a su casa, que era un piso en un edificio. Allí lo colocaron en un rincón del salón, donde había una chimenea, un sofá, una mesa y una televisión. El abeto los miró con asombro y admiración. Le gustaba su casa, que era cálida y acogedora. Le gustaba su familia, que era simpática y cariñosa. Eran cuatro: el padre, la madre, el hijo y la hija. El hijo se llamaba Luis y tenía ocho años. La hija se llamaba Ana y tenía seis años. Ellos fueron los primeros en acercarse al abeto y en darle la bienvenida.

El árbol de Navidad cuento para niños: Abeto en casa de la familia al lado de una chimenea
  • Hola, árbol. Somos Luis y Ana. Nos alegramos de que estés aquí. Te vamos a poner muy bonito – le dijeron los niños al abeto.
  • Hola, niños. Soy el abeto. Yo también me alegro de estar aquí. Estoy deseando ver cómo me ponéis – les respondió el abeto.

Los niños se sorprendieron al oír hablar al árbol, pero no se asustaron ni se extrañaron. Les pareció normal y divertido. Pensaron que era un árbol mágico, y que por eso podía hablar. Se pusieron muy contentos y se lo contaron a sus padres.

  • Papá, mamá, el árbol habla – le dijeron los niños a sus padres.
  • ¿Qué decís? ¿El árbol habla? – les preguntaron sus padres con incredulidad.
  • Sí, sí, el árbol habla. Escuchad – les dijeron los niños.

Y entonces, el abeto habló y se presentó a los padres. Ellos también se sorprendieron al oír hablar al árbol, pero no se asustaron ni se extrañaron. Les pareció curioso y gracioso. Pensaron que era un árbol especial, y que por eso podía hablar. Se pusieron muy contentos y le dieron las gracias.

  • Hola, árbol. Somos Juan y Laura. Te damos las gracias por estar aquí. Te vamos a tratar muy bien – le dijeron los padres al abeto.
  • Hola, Juan y Laura. Yo también os doy
  • las gracias por estar aquí. Te vamos a tratar muy bien – les respondió el abeto.

Así, el abeto se sintió acogido y querido por la familia. Se sintió parte de ella. Y se preparó para vivir su primera Navidad. Los niños se encargaron de adornarlo con luces, bolas, estrellas y guirnaldas. Le pusieron un gorro de Papá Noel en la punta y una falda de tela en la base. Le colgaron regalos de las ramas y le rodearon de dulces y juguetes. El abeto se vio reflejado en el espejo y se quedó asombrado. Nunca se había visto tan bonito y tan brillante. Se sintió muy feliz y muy orgulloso. Pensó que era el mejor árbol de Navidad del mundo.

Los días pasaron y el abeto disfrutó de la vida en la casa. Le gustaba escuchar las conversaciones de la familia, las canciones de Navidad, los cuentos de los niños. Le gustaba ver la televisión, el fuego de la chimenea, los adornos del salón. Le gustaba oler el aroma del chocolate, el pavo, el turrón. Le gustaba sentir el calor, el cariño, la alegría. Le gustaba todo. Se sentía muy feliz y muy agradecido. Pensó que era el árbol de Navidad más feliz del mundo.

Pero no todo era perfecto. El abeto también tenía algunos problemas y algunas preocupaciones. Por un lado, notaba que se le caían las hojas y que se le secaban las ramas. Por otro lado, veía que la familia se iba de la casa y que lo dejaban solo. Por último, oía que hablaban de tirarlo a la basura y de comprar otro árbol. El abeto se sintió triste y asustado. No quería morir ni ser abandonado. No quería dejar de ser un árbol de Navidad.

Y así llegó la noche de Navidad, la noche más esperada y más mágica del año. La familia se reunió en el salón, donde estaba el abeto. Le cantaron villancicos, le hicieron fotos, le abrieron los regalos. El abeto los vio con emoción y nostalgia. Sabía que era su última noche con ellos. Sabía que al día siguiente lo sacarían de la casa y lo tirarían a la calle. Sabía que se acababa su sueño de ser un árbol de Navidad.

Pero entonces, ocurrió algo maravilloso. Algo que cambió el destino del abeto. Algo que le devolvió la esperanza y la ilusión. Algo que le hizo el mejor regalo de Navidad. ¿Qué fue? Fue la visita de Papá Noel. Sí, Papá Noel, el viejecito de barba blanca y traje rojo que reparte regalos a los niños y niñas que se portan bien. Él entró por la chimenea y se dirigió al abeto. Lo miró con ternura y compasión. Y le dijo:

El árbol de Navidad cuento para niños: Papá Noel hablando con el Abeto

Hola, árbol. Soy Papá Noel. Sé que has sido un buen árbol de Navidad. Sé que has hecho feliz a esta familia. Sé que te mereces un premio. Por eso, he venido a buscarte. Te voy a llevar conmigo al Polo Norte. Allí, te plantaré en un jardín mágico, donde podrás vivir para siempre. Allí, serás el árbol de Navidad de los elfos, que te cuidarán y te mimarán. Allí, serás el árbol de Navidad más feliz del mundo.

El abeto no podía creer lo que oía. Le parecía un sueño hecho realidad. Se sintió muy feliz y muy agradecido. Le dio las gracias a Papá Noel y se despidió de la familia. Les dijo que los quería mucho y que nunca los olvidaría. Les dijo que fueran felices y que celebraran la Navidad. Les dijo que se portaran bien y que creyeran en la magia.

  • Y sin más, Papá Noel cogió al abeto y lo sacó por la ventana. Lo subió a su trineo, donde había un montón de regalos. Lo ató con una cuerda y lo cubrió con una manta. Lo saludó con una sonrisa y le dijo:
El árbol de Navidad cuento para niños: Papá Noel llevando al abeto al Polo Norte

Y sin más, Papá Noel se montó en su trineo y lo condujo por el cielo. Lo llevó por encima de las nubes, de las estrellas, de la luna. Lo llevó por encima de los campos, de los ríos, de los lagos. Lo llevó por encima de las montañas, de las ciudades, de los pueblos. Lo llevó por encima de todo lo que el abeto había querido ver y conocer. Y el abeto lo vio todo con asombro y admiración. Se sintió muy feliz y muy afortunado. Pensó que era el árbol de Navidad más afortunado del mundo.

Y así fue como el abeto cumplió su sueño de ser un árbol de Navidad. Y así fue como vivió feliz para siempre en el Polo Norte, junto a Papá Noel y los elfos. Y así fue como cada año, en Navidad, se llenaba de luces, de bolas, de estrellas y de regalos. Y así fue como cada año, en Navidad, se acordaba de la familia que lo había querido y lo había hecho feliz. Y así fue como cada año, en Navidad, les enviaba una postal con un mensaje:

  • “Querida familia: Os deseo una feliz Navidad y un próspero Año Nuevo. Os quiero mucho y os echo de menos. Espero que estéis bien y que seáis felices. Espero que os gusten los regalos que os he mandado. Espero que sigáis creyendo en la magia. Un abrazo muy fuerte de vuestro árbol de Navidad.”

Fin del cuento EL Árbol de Navidad de Christian Andersen

Moraleja del cuento Árbol de Navidad

El cuento infantil de El árbol de Navidad para niños tiene varias moralejas que se pueden aplicar a la vida real. Aquí te comparto algunas de ellas:

  • La importancia de valorar lo que se tiene. El abeto no estaba contento con su vida en el bosque, y solo quería salir de allí y conocer el mundo. No apreciaba la belleza de la naturaleza, ni la compañía de los otros árboles y los animales. Sin embargo, al salir del bosque y convertirse en un árbol de Navidad, se dio cuenta de que había perdido muchas cosas, y que su vida en el bosque no era tan mala. El cuento nos enseña que debemos estar agradecidos por lo que tenemos, y no desear siempre lo que no tenemos.
  • La importancia de adaptarse a los cambios. El abeto tuvo que enfrentarse a muchos cambios en su vida, desde salir del bosque y llegar a la ciudad, hasta ser cortado y adornado como un árbol de Navidad. Al principio, le costó aceptar esos cambios, y sintió miedo y tristeza. Pero luego, los asumió con optimismo y alegría, y se adaptó a su nueva situación. El cuento nos enseña que debemos ser flexibles y resilientes ante los cambios, y que podemos aprender y crecer de ellos.
  • La importancia de creer en la magia. El abeto vivió una experiencia mágica al hablar con las personas, al ver el mundo desde el cielo, y al ser llevado al Polo Norte por Papá Noel. Él creyó en la magia, y eso le hizo feliz y le dio esperanza. El cuento nos enseña que debemos conservar la ilusión y la fantasía, y que la magia existe si la buscamos y la creamos.

Espero que te hayan gustado estas moralejas del cuento.


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