El gran aquiles

El gran Aquiles: cuento corto para niños


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Cuento corto de Aquiles

Hace mucho tiempo, en la antigua Grecia, nació un niño destinado a ser un héroe. Su nombre era Aquiles, y era el hijo de Peleo, el rey de los mirmidones, y de Tetis, una hermosa ninfa del mar. Su madre quería hacerlo inmortal, y por eso lo sumergió en las aguas del río Estigia, que tenía el poder de proteger a quien lo tocara. Pero Tetis se olvidó de mojar el talón de Aquiles, y ese pequeño detalle cambiaría su destino para siempre.

Aquiles creció en la corte de su padre, rodeado de amor y cuidados. Pero también recibió una educación especial, pues su padre sabía que algún día tendría que ir a la guerra. Así que le envió al monte Pelión, donde vivía el sabio centauro Cirón. Allí, Aquiles aprendió todo lo que un héroe debía saber: cómo luchar con la espada y la lanza, cómo cazar con el arco y la flecha, cómo curar las heridas con las plantas medicinales, y cómo tocar la lira y cantar las glorias de los dioses. También se entrenó en la carrera, y pronto se hizo tan veloz que nadie podía alcanzarlo.

Aquiles era feliz en el monte Pelión, pero también sentía curiosidad por el mundo. Quería conocer otras tierras y vivir grandes aventuras. Y un día, su oportunidad llegó. El oráculo de Delfos había anunciado que la bella Helena, la esposa del rey Menelao de Esparta, había sido raptada por el príncipe Paris de Troya. Y que solo los mejores guerreros de Grecia podrían recuperarla y vengar el honor de Menelao. Aquiles fue uno de los elegidos para formar parte de la expedición que zarparía hacia Troya. Y así comenzó la más grande y famosa de las guerras: la guerra de Troya.

Aquiles se embarcó en una de las mil naves que partieron hacia Troya, junto con su fiel amigo Patroclo y su ejército de mirmidones. Entre los demás caudillos aqueos se encontraban Agamenón, el rey de Micenas y jefe supremo de la expedición; Menelao, el hermano de Agamenón y marido ofendido de Helena; Odiseo, el astuto rey de Ítaca; Ayante, el más fuerte y valiente de los guerreros; y Néstor, el anciano rey de Pilos, famoso por su sabiduría.

La guerra de Troya duró diez largos años, y en ella se sucedieron numerosas batallas, asedios, treguas, engaños y traiciones. Los griegos sitiaron la ciudadela troyana, pero no pudieron romper sus murallas. Los troyanos resistieron con valor, pero tampoco pudieron expulsar a los invasores. Los dioses del Olimpo se involucraron en el conflicto, apoyando a unos u otros según sus preferencias o caprichos.

Aquiles fue el más destacado de los héroes griegos, y sus hazañas fueron cantadas por los poetas. Nadie podía resistir su furia en el combate, ni siquiera Héctor, el príncipe troyano y principal defensor de la ciudad. Aquiles lo mató en un duelo singular, y arrastró su cadáver por el campo de batalla, en venganza por la muerte de Patroclo.

El gran Aquiles: cuento corto para niños

Pero Aquiles también tuvo momentos de deshonra y desdicha. Se enfadó con Agamenón por una disputa sobre una esclava llamada Briseida, que le había sido arrebatada por orden del rey. Aquiles se retiró de la guerra durante un tiempo, dejando a sus compañeros a merced del enemigo. Solo volvió a luchar cuando supo que Patroclo había muerto vistiendo su armadura. Aquiles se llenó de dolor y rabia, y juró vengarse de Héctor. Lo persiguió por las murallas de Troya, hasta que lo alcanzó y lo mató. Luego, ató su cuerpo a su carro y lo arrastró por el campo de batalla, sin respetar las súplicas de Príamo, el rey de Troya y padre de Héctor, que le pedía que le devolviera el cadáver de su hijo..

Aquiles se mostró implacable con los troyanos, pero también tuvo gestos de compasión y generosidad. Finalmente, accedió a devolver el cuerpo de Héctor a Príamo, después de que este le ofreciera un gran rescate y le recordara su condición humana. Aquiles y Príamo se abrazaron y lloraron juntos por sus muertos, y acordaron una tregua para celebrar los funerales.

Aquiles sabía que su vida estaba cerca de su fin, pues una antigua profecía le había advertido que moriría joven y glorioso en Troya. Pero no se arrepintió de su destino, pues prefería una vida breve pero intensa, a una larga pero oscura. Así que siguió luchando con valor, hasta que una flecha envenenada, disparada por Paris y guiada por Apolo, le alcanzó en el talón. Ese era el único punto vulnerable de Aquiles, pues era el lugar donde su madre lo había sostenido al sumergirlo en el río Estigia.

El gran Aquiles: cuento corto para niños

Aquiles murió como había vivido: como un héroe. Su cuerpo fue rescatado por sus amigos y recibió honras fúnebres dignas de su gloria. Su alma fue llevada al Elíseo, el lugar reservado para los bienaventurados. Y su nombre quedó grabado para siempre en la memoria de los hombres.

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