Cuento de sinuhé: Egipto, Cuentos de mitología de egipcia

La Leyenda de Sinuhé


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La leyenda de Sinuhé: Cuento del antiguo Egipto

Sinuhé era un hombre que vivía en el antiguo Egipto, hace más de 4000 años. El antiguo Egipto era una civilización muy avanzada que se desarrolló a lo largo del río Nilo, el más largo de África. Los egipcios construían pirámides, templos y palacios impresionantes. También inventaron la escritura, la medicina y la astronomía. Adoraban a muchos dioses y creían en la vida después de la muerte.

Era el ayudante del rey Amenemhat, que era muy bueno y querido por su pueblo. El rey Amenemhat gobernaba con sabiduría y justicia. Se preocupaba por el bienestar de sus súbditos y los protegía de los enemigos. Sinuhé lo admiraba mucho y le servía con lealtad.

La leyenda de Sinuhé

Un día, Sinuhé acompañó al príncipe Senusret, el hijo del rey, a una expedición al desierto. El desierto era un lugar árido y caluroso, donde apenas había agua ni vegetación. Era el hogar de animales salvajes como leones, hienas y escorpiones. Los egipcios lo llamaban “el lugar rojo” y lo temían.

Sinuhé y el príncipe Senusret iban a visitar unas minas de oro que el rey había mandado construir. El oro era un metal muy valioso que los egipcios usaban para hacer joyas, adornos y objetos sagrados. También lo consideraban el símbolo del sol, el dios más importante para ellos.

Cuando llegaron a las minas, Sinuhé recibió una noticia terrible: el rey Amenemhat había sido asesinado por unos traidores que querían el trono. Sinuhé se quedó sin habla y sintió un gran dolor en el pecho. No podía creer que su amado rey hubiera muerto de esa forma tan cruel.

Sinuhé se asustó mucho y pensó que lo iban a culpar a él también. Así que decidió huir de Egipto y cruzar el río Nilo. El río Nilo era la fuente de vida para los egipcios. Les proporcionaba agua para beber, regar y pescar. También les permitía viajar en barcos por todo el país. A lo largo de sus orillas crecían plantas como el papiro, con el que hacían papel, cestas y sandalias.

Se escondió entre las dunas y caminó durante muchos días hasta llegar a una tierra llamada Canaán, donde vivían unos pastores. Los pastores eran gente sencilla y humilde que se dedicaban a cuidar ovejas y vacas. Vivían en tiendas de piel o en cuevas. No conocían la escritura ni la arquitectura. Tenían sus propios dioses y costumbres.

Los pastores lo acogieron con amabilidad y le dieron comida y agua. Sinuhé se hizo amigo de ellos y les contó su historia. El jefe de los pastores se llamaba Ammunenshi y tenía una hija muy hermosa llamada Neferu. Sinuhé se enamoró de ella y le pidió que se casara con él. Ammunenshi aceptó y le dio una granja con muchas ovejas y vacas.

El hombre fue feliz en Canaán y tuvo muchos hijos con Neferu. Se convirtió en un hombre rico y respetado por todos. Pero nunca olvidó su tierra natal, Egipto, y siempre soñaba con volver algún día.

Un día, recibió una carta del nuevo rey de Egipto, Senusret, que había sucedido a su padre Amenemhat. Senusret le escribió que sabía que él era inocente y que lo perdonaba por haber huido. Le invitó a regresar a Egipto y le prometió que lo trataría con honores y le devolvería su antiguo puesto.

La leyenda de Sinuhé: Sinuhé alegrándose mucho de leer la carta del nuevo rey de Egipto

Sinuhé se alegró mucho al leer la carta y sintió una gran emoción. Quería volver a ver a su amigo Senusret y a su querido Egipto. Pero también le daba pena dejar a su familia y a sus amigos de Canaán. Estaba dividido entre dos mundos.

Finalmente, decidió aceptar la invitación del rey y preparó su viaje de regreso. Se despidió de su esposa Neferu, de sus hijos y de los pastores con lágrimas en los ojos. Les dio las gracias por todo lo que habían hecho por él y les prometió que nunca los olvidaría.

Sinuhé cruzó el río Nilo y llegó a Egipto. Allí lo recibió el rey Senusret con un gran abrazo. Le dijo que estaba muy contento de verlo y que lo había echado mucho de menos. Le presentó a su esposa, a sus hijos y a sus ministros. Le mostró las maravillas que había construido en su reinado, como el templo de Karnak, el obelisco de Heliópolis y la pirámide de Lahun.

El aventurero se quedó maravillado con todo lo que vio y se sintió orgulloso de su país. El rey le devolvió su antigua casa, sus tierras y sus sirvientes. Le dio muchos regalos y le nombró su consejero personal. Le dijo que quería que viviera con él hasta el final de sus días.

Sinuhé fue feliz en Egipto y disfrutó de la amistad del rey y del respeto del pueblo. Pero nunca olvidó su vida en Canaán y siempre recordaba con cariño a su esposa Neferu, a sus hijos y a los pastores.

Así termina la leyenda de Sinuhé, el hombre que vivió en dos mundos.

La leyenda de Sinuhé
La Leyenda de Sinuhé: Templo de Karnak, Luxor, Egipto.
Autor: Diego Delso CC BY-SA delso.photo
La leyenda de Sinuhé: Obelisco de Heliópolis.
Foto realizada por: Jean-Pol GRANDMONT
La leyenda de Sinuhé
La leyenda de Sinuhé: Pirámide de Lahun o pirámide de Senusret II

Moraleja de la leyenda de Sinuhé

La moraleja del mito de Sinuhé es que no hay que dejarse llevar por el miedo y la desconfianza, sino confiar en la bondad y la justicia de los demás. También nos enseña que el amor por nuestra tierra natal no nos impide apreciar otras culturas y formas de vida. Y que la amistad es un tesoro que hay que cuidar y valorar.

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Si quieres saber más sobre la leyenda de Sinuhé puedes leer más en Wikipedia.


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