Los tres Manes y el espíritu de Marco Antonio 2 Mitología Romana

Los Tres Manes y el espíritu de Marco Antonio


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La aventura de Los Tres Manes en el cementerio de Roma: una historia para niños

Los Tres Manes eran los hijos de la diosa Mania, la señora de los muertos. Su padre era Hesiodo, un hombre sabio que vivió en la edad de plata, cuando los hombres eran malvados y violentos. Los Tres Manes heredaron de su madre el poder de comunicarse con los espíritus de los difuntos, y de su padre el conocimiento de las cosas del mundo.

Un día, los Tres Manes decidieron salir a explorar el mundo de los vivos. Querían ver cómo era la vida de los hombres y aprender de sus costumbres y tradiciones. Se disfrazaron de viajeros y se pusieron en camino.

Los tres Manes y el espíritu de Marco Antonio 1 Mitología Romana

El primer lugar que visitaron fue una gran ciudad llamada Roma. Allí vieron muchos templos y edificios hermosos, y también mucha gente que iba y venía por las calles. Los Tres Manes se acercaron a uno de los templos, donde había una estatua de Júpiter, el rey de los dioses.

  • ¿Quién es ese? – preguntó el primer Mane.
  • Es Júpiter, el padre de todos los dioses y los hombres – respondió el segundo Mane.
  • ¿Y qué hace ahí? – quiso saber el tercero.
  • Los romanos le ofrecen sacrificios y oraciones para que les conceda favores y protección – explicó el segundo Mane.
  • ¿Y él les escucha? – insistió el primero.
  • No lo sé, pero creo que no mucho – dijo el segundo Mane.
  • ¿Por qué no? – preguntó el tercero.
  • Porque tiene muchos otros asuntos que atender, y además no le gusta mucho que los hombres le molesten – contestó el segundo Mane.
  • Entonces, ¿para qué le adoran? – se preguntó el primero.
  • No lo sé, supongo que por costumbre o por miedo – dijo el segundo Mane.

Los Tres Manes se quedaron pensativos. Ellos sabían que había muchos otros dioses en el cielo, pero no les interesaban mucho. Ellos preferían hablar con los muertos, que les contaban historias del pasado y les daban consejos para el futuro.

  • Vamos a ver si encontramos a algún muerto por aquí – propuso el primer Mane.
  • Buena idea – dijo el segundo Mane.
  • Pero ¿dónde? – preguntó el tercero.
  • Tal vez en el cementerio – sugirió el primero.

Los Tres Manes se dirigieron al cementerio, donde había muchas tumbas con inscripciones y ofrendas. Algunas tumbas tenían las letras D.M., que significaban “dedicado a los dioses Manes”.

  • Mira, esos son nuestros parientes – dijo el primer Mane señalando las tumbas.
  • Sí, son las almas de los muertos que nos honran y nos piden ayuda – dijo el segundo Mane.
  • ¿Y qué les podemos hacer? – preguntó el tercero.
  • Podemos escucharlos y consolarlos, o podemos hacerles alguna broma o susto si nos caen mal – dijo el primero.

Los Tres Manes se acercaron a una de las tumbas con las letras D.M. y llamaron al espíritu que había dentro.

  • Hola, ¿hay alguien ahí? – dijo el primer Mane.
  • Sí, soy yo, Marco Antonio – respondió una voz débil desde la tumba.
  • ¿Qué tal estás, Marco Antonio? – preguntó el segundo Mane.
  • Mal, muy mal – se quejó Marco Antonio.
  • ¿Por qué? ¿Qué te pasa? – quiso saber el tercero.
  • Me pasa que estoy muerto, ¿no te parece suficiente? – dijo Marco Antonio con amargura.
  • Bueno, eso no es tan malo – dijo el primero.
  • ¿Cómo que no es tan malo? Es lo peor que me ha podido pasar – dijo Marco Antonio.
  • No seas tan negativo, hay cosas peores que estar muerto – dijo el segundo.
  • ¿Ah sí? ¿Como qué? – preguntó Marco Antonio.
  • Como estar vivo y ser infeliz, por ejemplo – dijo el tercero.

Marco Antonio se quedó callado un momento. Luego dijo:

Los tres Manes y el espíritu de Marco Antonio 2 Mitología Romana
  • Tal vez tengas razón, pero yo era feliz cuando estaba vivo. Tenía una buena familia, un buen trabajo, muchos amigos y una bonita casa.
  • ¿Y qué pasó? ¿Cómo moriste? – preguntó el primero.
  • Me pasó lo que le pasa a muchos romanos: me metí en política – dijo Marco Antonio.
  • ¿Y eso qué tiene de malo? – preguntó el segundo.
  • Tiene de malo que la política es un juego sucio, lleno de traiciones y conspiraciones. Yo era un partidario de Julio César, el gran general que conquistó las Galias y se hizo dictador de Roma. Pero hubo un grupo de senadores que lo asesinaron en el Senado, alegando que era un tirano y que querían defender la libertad de la República. Entre ellos estaba Bruto, el hijo adoptivo de César, que le clavó el último puñal.
  • ¡Qué horror! – exclamó el tercero.
  • Sí, fue un horror. Yo estaba con César ese día, pero no pude hacer nada para salvarlo. Luego me uní a Marco Antonio, el amigo y lugarteniente de César, que se propuso vengar su muerte y castigar a los asesinos. Formamos un triunvirato con Octavio, el sobrino y heredero de César, y Lépido, otro general leal. Juntos derrotamos a los asesinos en la batalla de Filipos, pero luego empezaron los problemas entre nosotros.
  • ¿Qué problemas? – preguntó el primero.
  • Problemas de poder, de ambición, de celos. Octavio quería ser el único amo de Roma, y Marco Antonio se enamoró de Cleopatra, la reina de Egipto, que había sido amante de César. Octavio nos declaró la guerra, y nos enfrentamos en la batalla naval de Actium. Allí perdimos todo: nuestros barcos, nuestros soldados, nuestra esperanza. Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron en Alejandría, y yo también me quité la vida para no caer en manos de Octavio.
  • ¡Qué triste! – dijo el segundo.
  • Sí, fue muy triste. Y lo peor es que Octavio se hizo con todo el poder y se proclamó emperador con el nombre de Augusto. Así acabó la República y empezó el Imperio. Y así acabé yo también: muerto y olvidado.

Los Tres Manes escucharon con atención la historia de Marco Antonio. Luego le dijeron:

  • No te sientas tan mal, Marco Antonio. Tu historia es muy interesante y conmovedora. Nosotros te recordamos y te respetamos.
  • Gracias, amigos – dijo Marco Antonio con una sonrisa.
  • De nada – dijeron los Tres Manes.
  • Y ahora, si no os importa, me gustaría descansar un poco – dijo Marco Antonio.
  • Claro, claro – dijeron los Tres Manes.
  • Hasta pronto – dijo Marco Antonio.
  • Hasta pronto – dijeron los Tres Manes.

Los Tres Manes se despidieron de Marco Antonio y se alejaron de la tumba. Habían aprendido mucho sobre la historia de Roma y sobre la vida de los hombres. Decidieron seguir visitando otras tumbas y escuchando otras historias. Así pasaron el día los Tres Manes, entre los muertos y los vivos.

FIN de Los Tres Manes y el espíritu de Marco Antonio

Espero que te haya gustado mi historia sobre Los Tres Manes. Si quieres saber más sobre ellos o sobre otros dioses romanos, puedes consultar estos enlaces:

CuentosyMitología

Mitología romana – Enciclopedia de la Historia del Mundo

Manes (mitología) – Los diccionarios y las enciclopedias sobre el …


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