Pinocho cuento infantil

Cuento largo de Pinocho 1882


Tiempo de lectura: 7 minutos

Pinocho cuento para niños de Carlo Collodi (1826-1890)

Había una vez un carpintero muy bueno y muy pobre que se llamaba Gepeto. Vivía solo en una casita con su gato Fígaro y su pez Cleo. Gepeto era muy hábil haciendo juguetes de madera para los niños, pero no tenía hijos propios y se sentía muy solo. Un día, encontró un trozo de madera muy bonito y decidió hacer una marioneta con él. Le puso mucho cariño y le hizo unos ojos, una boca, una nariz, unas manos y unos pies. Le puso de nombre Pinocho y lo colocó en una silla junto a la chimenea.

Pinocho cuento infantil

Esa noche, cuando Gepeto se fue a dormir, pasó algo mágico. Una estrella muy brillante se acercó a la ventana de la casita y se convirtió en un hada muy hermosa. El hada entró en la casa y vio a Pinocho en la silla. Le pareció tan bonito que decidió darle vida. Con su varita mágica tocó a Pinocho y le dijo:

  • Pequeño, te he dado vida porque sé que tu padre te quiere mucho y desea tener un hijo. Pero no eres un niño de verdad, sino un muñeco de madera. Si quieres convertirte en un niño de verdad, tendrás que ser bueno, obediente y sincero. Si haces lo contrario, tu nariz crecerá cada vez que mientas y te pasarán cosas malas.

El hada le dio también un grillo parlante para que fuera su conciencia y le ayudara a distinguir entre el bien y el mal. El grillo se llamaba Pepito Grillo y era muy sabio y muy simpático.

Pinocho se despertó al oír la voz del hada y se sorprendió al ver que podía moverse y hablar. Estaba muy contento y le dio las gracias al hada. El hada le dijo que fuera bueno y se marchó.

Al día siguiente, Gepeto se levantó y vio al muñeco de madera moverse y hablar. No podía creer lo que veía. Pensó que era un sueño, pero pronto se dio cuenta de que era verdad. Se puso muy feliz y abrazó a Pinocho como si fuera su hijo. Le dijo que lo quería mucho y que iba a cuidar de él.

Gepeto le dijo también que tenía que ir a la escuela para aprender muchas cosas y hacerse un niño listo y educado. Le compró una cartera con libros y lápices de colores, vendiendo su viejo abrigo para poder pagarlos.

Pinocho salió de casa con su cartera al hombro, dispuesto a ir a la escuela. Pero por el camino se encontró con muchas distracciones que le hicieron olvidarse de su deber.

La primera distracción fue el teatro de títeres del señor Stromboli. Pinocho oyó la música y los aplausos y quiso ver el espectáculo. Entró en el teatro sin pagar, escondiéndose debajo de un banco.

Allí vio a muchos muñecos como él que bailaban y cantaban sobre el escenario. Uno de ellos era Polilla, el hijo del señor Stromboli. Polilla era muy malo y le gustaba hacer travesuras.

Cuando Polilla vio a Pinocho entre el público, lo reconoció como uno de los suyos y lo invitó a subir al escenario con él. Pinocho aceptó sin pensarlo dos veces y se puso a bailar y cantar con los demás muñecos.

El público se quedó asombrado al ver al muñeco de madera, porque parecía un muñeco vivo. Aplaudieron con entusiasmo y le lanzaron monedas.

El señor Stromboli también se fijó en Pinocho y pensó que podía ganar mucho dinero con él. Decidió quedarse con él y lo encerró en una jaula.

Pinocho se asustó mucho al verse atrapado y pidió ayuda. Pero nadie lo oyó, excepto Pepito Grillo, que había ido tras él para aconsejarlo.

Pepito Grillo le dijo que había sido muy malo al no ir a la escuela y que tenía que arrepentirse de su error. Le dijo también que el hada lo estaba viendo todo y que podía ayudarlo si le pedía perdón.

Pinocho le hizo caso y llamó al hada con todas sus fuerzas. El hada lo oyó y apareció en el teatro. Le preguntó a Pinocho por qué no había ido a la escuela y qué había hecho en el teatro.

Pinocho le mintió y le dijo que unos ladrones le habían robado la cartera y lo habían llevado al teatro. Pero en cuanto dijo eso, su nariz empezó a crecer y se convirtió en una rama con hojas y pájaros.

Pinocho cuento infantil

El hada le dijo que no mintiera más y que dijera la verdad. Pinocho se dio cuenta de que el hada sabía todo y confesó que había ido al teatro por su propia voluntad, porque le gustaba más jugar que estudiar.

El hada le perdonó y le devolvió su nariz normal. Le dijo que fuera bueno y obediente y que no volviera a mentir. Le abrió la jaula y lo dejó salir.

Pinocho le dio las gracias al hada y le prometió que sería bueno. El hada le dijo que se fuera a casa con su padre y que fuera a la escuela al día siguiente. Pinocho así lo hizo y salió corriendo del teatro.

Pero en el camino a casa, se encontró con otra distracción: dos amigos muy malos que se llamaban el Zorro y el Gato. Ellos eran unos ladrones muy astutos que se aprovechaban de los niños ingenuos como Pinocho.

El Zorro y el Gato se hicieron pasar por amigos de Pinocho y le dijeron que sabían de un lugar donde podía hacerse rico sin trabajar. Se trataba del Campo de los Milagros, un lugar donde si se enterraba una moneda, al día siguiente crecía un árbol lleno de monedas.

Pinocho se dejó engañar por sus palabras y quiso ir con ellos al Campo de los Milagros. Les dio las monedas que había ganado en el teatro y les siguió confiado.

Pero el Zorro y el Gato tenían un plan malvado: querían robarle las monedas a Pinocho y dejarlo abandonado en el bosque. Para ello, lo llevaron a una posada donde pasaron la noche. Allí, mientras Pinocho dormía, ellos se escaparon con las monedas.

Al día siguiente, Pinocho se despertó y vio que sus amigos no estaban. Pensó que se habían ido al Campo de los Milagros sin él y salió corriendo tras ellos.

Pero por el camino se encontró con unos policías que lo detuvieron. Le acusaron de haber robado las monedas al señor Stromboli y lo llevaron a la cárcel.

Pinocho se defendió diciendo que era inocente, pero nadie le creyó. Lo metieron en una celda oscura y húmeda, donde lloró amargamente.

Pero el hada no lo abandonó. Ella sabía que Pinocho no había robado las monedas, sino que se las habían robado a él. Así que fue a la cárcel y le dijo al juez que dejara libre a Pinocho, porque era un buen niño.

El juez accedió a soltar a Pinocho, pero le advirtió que tuviera cuidado con las malas compañías. Pinocho le dio las gracias al juez y al hada, y salió de la cárcel.

El hada le dijo que fuera a casa con su padre, pero Pinocho todavía quería ir al Campo de los Milagros, porque pensaba que allí podría hacerse rico y comprarle muchas cosas a Gepeto.

Así que se despidió del hada y siguió buscando el Campo de los Milagros. Pero pronto se dio cuenta de que había sido engañado: el Campo de los Milagros no existía, sino que era una trampa para robarle las monedas a los niños tontos.

Pinocho se sintió muy triste y arrepentido. Se dio cuenta de que había sido muy malo con su padre y con el hada, y que había perdido el tiempo y el dinero en vez de ir a la escuela.

Decidió volver a casa y pedir perdón a Gepeto. Pero cuando llegó a la casita, se encontró con una sorpresa: Gepeto no estaba allí. Había salido a buscarlo en una barca, porque pensaba que Pinocho se había perdido en el mar.

Pinocho se puso muy nervioso y quiso ir tras él. Pero no tenía una barca para navegar. Entonces, vio a un palomo gigante que volaba por el cielo. Le pidió que lo llevara al mar y el palomo aceptó.

El palomo cogió a Pinocho con sus garras y lo llevó volando sobre el mar. Allí, Pinocho vio una gran ballena que nadaba por el agua. Era la ballena que se había comido a Gepeto.

Pinocho se armó de valor y se tiró al agua para salvar a su padre. Entró en la boca de la ballena y nadó por su interior hasta llegar a su estómago.

Allí encontró a Gepeto, que estaba vivo pero muy débil. Gepeto se alegró mucho de ver a Pinocho y lo abrazó con fuerza. Le dijo que lo quería mucho y que no quería perderlo.

Pinocho le dijo que también lo quería mucho y que estaba arrepentido de haber sido malo. Le dijo que tenía un plan para escapar de la ballena: hacer un fuego con los restos de madera que había en el estómago de la ballena, para hacerla estornudar y salir por su boca.

Gepeto aceptó el plan de Pinocho y juntos hicieron un fuego con los palos y las astillas que encontraron. El humo del fuego hizo toser a la ballena, que abrió su boca y los expulsó al mar.

Pinocho y Gepeto salieron de la boca de la ballena y nadaron hasta una tabla que flotaba cerca. Se subieron a la tabla y remaron hasta llegar a la orilla.

Pero Pinocho estaba muy cansado y se quedó dormido sobre la tabla. Gepeto lo cogió en brazos y lo llevó a la playa, donde lo acostó sobre la arena.

El hada lo vio todo desde lejos y se puso muy contenta. Vio que Pinocho había sido valiente y había salvado a su padre. Vio también que Pinocho había cambiado: ya no era un muñeco travieso, sino un niño bueno, obediente y sincero.

Entonces, el hada decidió concederle su deseo más grande: convertirlo en un niño de verdad.

El hada tocó a Pinocho con su varita mágica y le dijo:

  • Pequeño, has demostrado ser digno de ser un niño de verdad. Has sido bueno, obediente y sincero. Has amado a tu padre y has arriesgado tu vida por él. Por eso, te concedo tu deseo: ya no serás un muñeco de madera, sino un niño de carne y hueso.

Pinocho se despertó al día siguiente con un cuerpo normal, sin nariz larga ni orejas de burro. Estaba muy feliz y abrazó a Gepeto, que también estaba muy contento.

Desde entonces, Pinocho fue un niño de verdad, que estudiaba mucho y ayudaba a su padre en todo lo que podía. Fue feliz con Gepeto, Fígaro, Cleo y Pepito Grillo, que seguía siendo su amigo y su conciencia.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

Moraleja del cuento de Pinocho para niños

La moraleja de este cuento es que hay que ser bueno, obediente y sincero, y que hay que querer a los padres y a los amigos. También nos enseña que hay que evitar las malas compañías y las tentaciones, y que hay que estudiar y trabajar para conseguir lo que se quiere.

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Si quieres saber más sobre este cuento puedes leer en Wikipedia.


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